Los swingers salen a la luz: otros lugares de encuentro
Aunque mantienen el bajo perfil, nuevos y sofisticados puntos de reunión les
dan más visibilidad y confianza
La fiesta de Halloween, el último sábado, tuvo como plato fuerte “un secreto”
que era sólo develado cuando la noche estaba avanzada y las primeras señales
positivas de intercambio entre las parejas empezaban a asomar. Pero el velo de
misterio que acompañó siempre al movimiento swinger puede que ahora esté
corriéndose de a poco. Y aunque la reserva y el bajo perfil siguen
caracterizando a su cada vez más numerosa comunidad, los swingers van
ganado confianza y visibilidad, con nuevos y más sofisticados espacios de
encuentro. ¿El último y más exclusivo reducto? El Spa Swinger, una novedad que
fue muy bien recibida por los cultores de la práctica del intercambio. “Fue como
una brisa fresca en un ambiente donde hacía rato no había muchas novedades”,
define Alex, uno de los asistentes a la reunión.
De día es un spa convencional. Pero algunas noches se convierte en el primer
spa swinger de la Argentina. “Es una opción más relajada que un boliche,
donde a veces por la música y la oscuridad no hay posibilidad de conocer a la
pareja”, explican en el spa mismo.
Hasta ahora, los puntos de encuentro de los swingers se concentraban en los
boliches no más de cinco o seis, entre Capital y el conurbano y algunos
departamentos y quintas alquiladas, donde se organizaban encuentros privados.
Por eso el spa inaugurado el mes pasado es visto como una ola de “aire fresco”
dentro de la movida que últimamente no ofrecía grandes novedades, salvo por la
incorporación de parejas cada vez más jóvenes. Mientras que hace una década la
iniciación en la práctica era a los cuarenta y pico, ahora se acercan parejas de
veintipico.
“La comunidad swinger fue creciendo en cantidad, pero los lugares de
encuentro, no. Siguen siendo los mismos que hace diez años -asegura un miembro
de la comunidad-. Lo que sí se multiplicaron fueron los eventos en esos lugares:
antes había uno por semana, hoy los hay prácticamente todos los días y para
distintos públicos: gays, lesbianas y héteros.”
Lo cierto es que el spa, regenteado por Adults Entertaiment Group, (AEG)
busca diferenciarse de los boliches no sólo en cuanto a la masividad -los
eventos que se organizan convocan entre 15 y 20 parejas como máximo-, sino en
cuanto a la onda de quienes asisten, que deben pasar primero un filtro
telefonico que intenta corroborar que sean parejas pertenecientes a la comunidad
para ahuyentar a los curiosos que abundan en las discos y ver si dan con el
perfil deseado. “Es necesario que los organizadores tengamos una aproximación
breve pero sincera con los participantes que nos permita, entre otras cosas,
orientar a las parejas según cada evento en particular con su temática”,
explican elegantemente. Pero además de los eventos temáticos y mensuales
organizados por AEG, sus instalaciones pueden alquilarse para fiestas privadas y
despedidas de solteros swingers.
“El del spa es un ambiente muy sensual, de un estricto elegante sport que no
es negociable. La intención es convocar a personas de buen nivel, profesionales.
Como miembros de la comunidad que tuvimos posibilidad de viajar, pretendemos
replicar algunas experiencias que vivimos en el exterior, donde las opciones
para los swingers están mucho más extendidas con resorts y cadenas hoteleras all
inclusive en lugares realmente paradisíacos.”
Jamaica, Cancún, Playa del Carmen, Riviera Maya, Ibiza, Lanzarote y
California, sumados a los cruceros temáticos, son algunas de las propuestas top
para la comunidad swinger. Es que el intercambio de parejas, más allá de una
práctica sexual, se ha convertido en un negocio comercial. Según estimaciones de
los propios miembros, hay unos 400 clubes de intercambio en los Estados Unidos y
más de 600 en Europa.
Pero los argentinos cultores de esta práctica sexual no tienen que irse
demasiado lejos para disfrutar de unas vacaciones swinger. En Punta del Este, el
Chihuahua Resort, complejo que se encuentra a sólo 100 metros de la reconocida
playa nudista del mismo nombre, promete “un entorno libre de prejuicios e
instalaciones de lujo a 10 minutos en coche de la elegante localidad de Punta
del Este”. El establecimiento está cerca de un campo de golf y alberga un
gimnasio, piscinas nudistas, así como terrazas privadas conectadas por canales
de agua. El costo por dos noches en una habitación doble estándar es de 3000
pesos. La cuádruple superior, por el mismo período, se paga unos 5000 pesos en
promoción.
Relax… y algo más
Acá, en Buenos Aires, a falta de playa y del mágico entorno caribeño o esteño,
las instalaciones del spa en microcentro (su dirección exacta es develada recién
cuando se pasa el filtro telefónico) sirven para al menos lograr cierto relax.
“Obviamente están habilitados todos los espacios del centro: los hidromasajes,
las duchas y los gabinetes de masajes. Es un ambiente más tranquilo que la
disco, ideal para el que se está iniciando cuenta uno de los organizadores.
Además, en los eventos hay dos asesoras que están ahí para ayudar y para hablar
con la pareja en caso de tener alguna duda. Lo importante es que todos se
sientan cómodos y sin presiones, si no quieren que haya intercambio, obviamente
no lo hay.”
La música suave y el menor consumo de alcohol es otra de las diferencias que
buscan marcar con las propuestas más conocidas. Los organizadores aseguran que
si bien se les convida una copa de espumante al ingresar -incluida en el precio
de $ 600 por pareja- y hay una barra que expende algunos tragos, el alcohol
corre en menor medida que en un boliche.
“Está para hacer un brindis, romper el hielo, no para emborracharse. Esto
permite relaciones más conscientes, donde sea posible charlar y encontrar otros
intereses. Que no estén sólo motivadas por la pasión”, dicen en el spa, donde
también aseguran que a mitad de la madrugada se “invita” algo dulce como mousse
de chocolate y maracuyá, y la gente deambula en bata por los pasillos, tal como
sucede en un spa convencional. Los intercambios, de producirse, se realizan en
lugares acondicionados para tal fin.
¿Prejuicios que caen?
Uno de los prejuicios instalados respecto de los intercambios swingers es que
en general “es un todos contra todos” y que son acompañados por el descontrol. “Esto
no es así, ni siquiera en los boliches. Obviamente el del spa es un ambiente más
contenido, donde antes se puede hablar y después, si hay onda, pasar a la
siguiente etapa. Pero en el boliche no existe descontrol.”
Lo mismo sostiene una de las encargadas de Anchorena, en famoso reducto
swinger de Palermo. “No se trata de un ‘todos contra todos’, a veces las mujeres
creen que cuando entran al club se les van a tirar todos encima y no es así. Hay
reglas que son estrictas y que se respetan.”
Otro prejuicio que cayó con los años es el que el swinger presenta una
patología sexual. Sin entrar en cuestiones morales, los expertos coinciden en
que sólo es una variante más de relacionarse sexualmente. “Las libertades
sexuales han evolucionado mucho durante los últimos 20 años. El mundo cambió y
algunos temas tabú han ido desapareciendo”, dice el el sexólogo León Guindín,
que dirige un centro que lleva su nombre. El reconocido especialista recuerda el
curioso y casi desconocido origen de esta práctica. “El intercambio de parejas
viene de la Segunda Guerra Mundial, en una base militar norteamericana alejada,
en el Pacífico. Los pilotos de la fuerza aérea y sus mujeres, que también
estaban instaladas allí, fueron los precursores, y luego la movida se propagó
por Europa y los Estados Unidos”, dice el reconocido sexólogo.
Por su parte, Beatriz Literal, sexóloga clínica del departamento de sexología
del instituto médico Halitus, sostiene: “En la actualidad muchas conductas
sexuales no tradicionales no son consideradas patológicas, como sucedía hace
años destaca. Los movimientos de derechos humanos y políticos, que defienden
la diversidad de los individuos, han logrado que conductas que antes estaban
catalogadas como perversiones actualmente se consideren sólo diferentes”.
Y aunque en la comunidad aseguran que ellos viven su sexualidad en libertad y
la apertura es mayor, muchos admiten que de puertas hacia afuera, la sociedad no
termina de aceptarlos. “Vamos logrando avances, pero seguimos percibiendo cierta
resistencia. Si por mí fuera gritaría a los cuatro vientos que soy swinger
porque estoy orgulloso de vivir mi sexualidad sin cadenas reivindica Alex.
Pero para eso falta. Por lo pronto, disfruto de estos espacios de encuentro y
libertad.”