Vinos orgánicos: adiós a los mitos | |
En Argentina hay veinte bodegas con producción ciento por ciento orgánica. En contra de los prejuicios, sus etiquetas compiten en calidad y en sabor. Es hora de desterrar ciertos mitos respecto de los vinos orgánicos. Principalmente, aquel prejuicio que afirma que es distinto -donde "distinto" suele ser entendido como "peor"- del vino convencional. "Las características del vino orgánico son iguales a las de los vinos habituales, en aromas, sabores y colores. No hay ninguna diferencia, nosotros competimos en catas a ciegas y ganamos medallas y premios", asegura Pedro Dessel, director de Vinecol, una de las bodegas pioneras en la producción de vinos orgánicos en el país, con quince años de experiencia. "Si bien el vino es un alimento, también es un sinónimo de placer. Y si no te da placer, no te importará que sea ecológico o no lo sea. Por eso, nuestro primer objetivo es la calidad", afirma. En Argentina existen hoy unas veinte bodegas especializadas en la producción de vinos ciento por ciento orgánicos, desde La Riojana y Nanni en el noroeste hasta la icónica Chacra en la Patagonia, pasando por Mendoza, donde junto con Vinecol aparecen marcas como Alto Salvador, Caligiore, Krontiras y Ojo de Vino, entre otras. El dato no es casual: los terruños argentinos son ideales para estos emprendimientos. Con los Andes como barrera frente a las lluvias provenientes del océano Pacífico, el clima es desértico; las precipitaciones, bajas; los suelos, áridos y pobres. Esto, por un lado, logra la alta concentración de sabor y color que nos da fama en los mercados mundiales; pero también ayuda a una agricultura ecológica, con una mirada sustentable, donde los agroquímicos son reemplazados por trabajo humano (cosechas pequeñas y manuales, con la planta elaboradora cerca de los viñedos), además de fertilizantes a base de compost y un especial cuidado en el trabajo mecánico y manual en la bodega. "El espacio está en pleno desarrollo. El mercado quiere productos sanos y sustentables, esto se ve en todos lados y en todos los rubros. También en el vino. Por eso, incorporamos a nuestro porfolio Krontiras, una bodega orgánica y biodinámica que elabora vinos excelentes. Desde el lado organoléptico, no hay diferencia con otros grandes vinos, pero sí en la conciencia con la que trabajan y en lo que buscan. Una fruta lo más natural posible, sana, de calidad. Hoy, Krontiras exporta el 80% de su producción, pero puede crecer mucho en el ámbito local. Los restaurantes especializados en alimentación natural son ideales para comunicar y dar a conocer estos vinos", asegura Guilermo Carnevali, gerente de Producto en Soma, reconocida distribuidora de vinos premium.
Cómo se produce
Elaborar un vino orgánico demanda dos etapas, que no siempre se dan en forma conjunta. De un lado, las uvas deben provenir de un viñedo orgánico, donde no se utilicen químicos, con cosecha manual y combatiendo las plagas de manera natural. Pero no alcanza con una uva orgánica para que el vino también lo sea: la bodega y el modo de elaboración deben seguir, además, reglas estrictas, auditadas por certificadoras que operan en todo el país (la principal es Argencert). "La exigencia principal es la que se refiere a los sulfitos. Todos los vinos en el mundo utilizan anhídrido sulfuroso como bactericida. Los orgánicos podemos usarlos pero con límites muy estrictos, más bajos que el promedio de la industria. Ese anhídrido es lo que a muchas personas les provoca dolor de cabeza. Y, para usar menos bactericida, hay que compensarlo con un cuidado en la bodega y en la cosecha: evitar que las uvas se rompan para que no empiecen a fermentar antes de tiempo, una higiene absoluta y temperaturas controladas son algunas de las variables para tener en cuenta", explica Pedro Dessel. La palabra clave es conciencia: si el vino es igual de rico que otro, pero a la vez suma sustentabilidad ecológica y social (La Riojana y Vinecol, por ejemplo, tienen, además, certificación de Fair Trade), entonces por qué no comprarlo. "También es un mito eso de que los vinos orgánicos son más caros. En nuestro caso, descubrimos que si bien hay costos más altos, esto se equilibra al no utilizar químicos de alto precio", dice Dassel. La cuenta, entonces, cierra por todos lados: bueno para el ambiente y rico para el paladar.
Vinos, caminos y sabores
Un buen lugar donde probar, entre otras especialidades provinciales, vinos orgánicos como el de Vinecol es en la 11a edición de Caminos y Sabores, la gran fiesta que reúne los sabores de Argentina en un único lugar. En el predio de La Rural, más de cien expositores de las veintitrés provincias mostrarán su ADN regional mediante nueve caminos temáticos: quesos, carnes, tradición, turismo, aceite y especias, bebidas, yerba mate y té, frutos de la tierra y dulces. Esta feria fue pionera en algo que hoy es cada vez más usual: el trato directo del productor con el consumidor, en una transmisión de conocimientos heredados a lo largo de varias generaciones. A esto se suman clases de cocina, degustaciones, charlas abiertas, música en vivo, huertas y el concurso Experiencias del Sabor, con un jurado integrado por un panel de testeadores no videntes que analizan sensorialmente los alimentos presentados.
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